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miércoles, 30 de octubre de 2013

29 AÑOS



Exhumar e cremar son palabras que cobran su verdadero sentido cuando adquieren un nombre propio, y mucho dolor cuando el nombre pertenece a un ser querido.


Ayer  tuve que hacerlo y  en ese momento puede mirar de frente a la muerte, 29 años quedaron reducidos a nada y yo volví a sentir el dolor de perder a mi padre, igual que los hice hace tantos años.


Me miré a mi misma parada ahí, frente a su tumba hace 29 años, tan joven, tan inexperta, tan triste. Apenas consciente de lo que sería la vida sin él, sin su alegría, su protección, sin su risa, su amor  y sus brazos. Aquel día, más que despedirme yo quería gritarle no te vayas papá, nos falta mucho por vivir, mi vida apenas empieza y no sé qué voy a hacer si ti.


Papi, cómo me hubiera gustado que te hubieras quedado para acompañarme en mis logros y también en mis derrotas, mis alegrías y  tristezas, en mis aciertos y errores. Cómo me hubiera gustado que me acompañaras a convertirme en la mujer que soy hoy. Pero la vida corre, vuela, pasan los años, el dolor disminuye y los días se llenan con el trabajo, la profesión, el matrimonio y  los hijos, esos nietos que él nunca conoció pero que hubiera disfrutado tanto. 


El recuerdo ya no duele, o por lo menos eso pensaba hasta ese día en que tuve que volver a ver su ataúd y más tarde recibir una pequeña urna con sus cenizas. Lo cierto  es que volví a llorar y sentir el vacío de su ausencia. Lo llevé en mi regazo todo el camino hacia su nuevo lugar de reposo y más que sostenerlo lo abrazaba,  con amor, agradeciendo a la vida por haberlo tenido un tiempo conmigo, porque su recuerdo y su ejemplo me han acompañado todos estos años en los que sin él, mi vida ha ocurrido.


Hoy miro hacia atrás, repaso esos 29 años y veo claramente que aunque mi padre no ha estado físicamente junto a mí, su memoria,  su espíritu y su alegría me han acompañado siempre. Y además de la genética, mi papá me dejó su gusto por la música, su sentido del humor y su risa fácil. Gracias papá.

2 comentarios:

  1. Qué fuerte Cristina, pero qué bueno que te permitiste vivirlo,
    hoy... no es menos doloroso, sólo es distinto

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  2. Así es Lupita, gracias y además esos momentos te permiten apreciar y agradecer la vida y darle una verdadera dimensión al dolor, hay cosas por las que no vale la pena sufrir.

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