Sentir su untuosa suavidad y delicadeza, moldearlo, disfrutarlo... en fin, aprender algo nuevo con todo lo que implica la novedad para el proceso creativo, un reto y un gozo.
Trabajar el barro con las manos es una experiencia sensorial y sensual, es entrar nuevamente en contacto con la tierra, la madre que acoge y envuelve, anclarse y recibir su fuerza vital. Es un reencuentro con nosotros mismos y nuestra más primaria esencia.
Queda un largo camino por recorrer con toda certeza estará lleno de retos y momentos divertidos y memorables.
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